la idea del trabajo fue “representar” los juegos de la infancia de las niñas, parodiando la construcción del mundo de lo femenino. Reproducir el juego, en donde se entreveran ciertos patrones que se repiten en la sociedad: la niña comportándose como una señorita, barriendo la casa, preparando el té. Busco recrear la experiencia del juego infantil y el trabajo me lleva a establecer nuevos interrogantes acerca de estos lugares de “lo femenino”. La operación se sitúa en un escenario vacío, blanco y silencioso, en el que, como en un pequeño teatro infantil, emerge la acción performática (sin público y documentada a través de fotografías). La acción dialoga con unos pocos elementos que aportan una mínima referencia y contexto: casa de muñecas, sillita, atavío. En este espacio, caracterizándome, adaptándome ropas, poses y gestos, creo diferentes situaciones que remiten a ciertos códigos de género y a los juegos de mi propia niñez, Realizo una serie de cambios de disfraces, registrados como una secuenciación de momentos Al utilizar mi cuerpo de adulto, me interesa producir un desplazamiento, para generar algún tipo de tensión entre la realidad y la ficción, establecer una relación con el espacio fantástico de la infancia, protagonizado por un adulto. Con los trabajos reflexiono, acerca de cómo damos por sentado un número de cosas, a partir de determinadas convenciones que nos son transmitidas desde la infancia a través de la educación y desde un aspecto pedagógico lúdico, con los juegos, cuentos y fábulas. Aquí se instala la reflexión acerca de la constitución de la feminidad y lo que va definiéndonos culturalmente. Me intereso en estos dominantes culturales y su analogía en lo visual. Profundizo en el valor que da sentido a “lo femenino” y “lo masculino” respectivamente, entendiéndolo como parte de un número de significaciones que se fueron construyendo a lo largo de la historia de nuestra sociedad. A partir de situarme críticamente, me pregunto: ¿hay algo más que signos culturales?, ¿cuál es el límite entre lo natural y lo cultural?, ¿cuánto de lo cultural se imprime en lo biológico?